El blanqueamiento dental es un tratamiento de odontología estética que tiene por objetivo eliminar las manchas dentales y hacer que la dentición adquiera una tonalidad más blanca y brillante. La actual popularidad de la estética ha convertido a este procedimiento odontológico en uno de los más solicitados de los últimos años.
Para poder realizar un tratamiento blanqueante de manera correcta es muy importante el diagnóstico adecuado, ya que un error en el mismo puede producir un resultado que no sea satisfactorio para nuestros pacientes.
Algunos factores que hay que tener en cuenta para realizar un buen diagnóstico, es la causa que ha provocado a ese diente el color que tiene actualmente. Por ejemplo, seguir una inadecuada higiene oral y el consumo de ciertos productos son factores que pueden provocar alteraciones en la tinción dental.
Para un correcto diagnóstico, por tanto, debemos saber que existen distintos tipos de manchas dentales que podemos clasificar como manchas intrínsecas o endógenas y manchas extrínsecas o exógenas.
Dentro de las manchas intrínsecas se encuentran aquellas que afectan a los dientes en su fase de formación, antes de que erupcionen en la cavidad oral, causadas por el consumo de determinados medicamentos como tetraciclinas, por hipoplasias de esmalte, deficiencia vitamínica o fluorosis. También se clasifican en este grupo aquellas manchas que aparecen tras la erupción dental, producidas por golpes, fracturas o debido al paso del tiempo por envejecimiento de la dentición, que adquiere una tonalidad más oscura.
Las manchas extrínsecas se producen por el contacto de los dientes con agentes pigmentadores, presentes en determinados alimentos, bebidas como el vino, el té y el café, y otros productos, como el tabaco. Estas manchas también pueden producirse tras el uso prolongado de determinados colutorios orales y pastas dentífricas a base de Clorhexidina.
Una vez tenemos el origen del color de los diente, debemos decidir qué tipo de blanqueamiento debemos utilizar y el pronóstico que este va a tener. Los tipos de blanqueamiento son:
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Blanqueamiento dental en la consulta odontológica. Se lleva a cabo en la clínica dental mediante la aplicación de un agente blanqueador a base de peróxido de hidrógeno al 35-37%, pudiendo ser este activado por una fuente de luz. Es necesario realizar previamente una profilaxis (higiene oral) adecuada y revisar que la cavidad oral está sana. Tras este paso, se aísla la zona a tratar, de manera que se evite el contacto del agente blanqueador con los tejidos blandos, y posteriormente se añade el agente blanqueador. Es imprescindible seguir las indicaciones del fabricante del sistema blanqueador para que los resultados sean satisfactorios. Se trata del método muy eficaz, ya que se maneja una alta concentración del componente blanqueante bajo el control de un dentista.
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Blanqueamiento ambulatorio con la supervisión de un dentista. En este tipo de blanqueamiento la concentración de perióxido de carbamina es del 10 o 16%. Este método se realiza en el domicilio del paciente, bajo las indicaciones del dentista. Del mismo modo que en el blanqueamiento anterior, es necesario realizar antes del tratamiento una profilaxis y una revisión oral. Se elabora una férula a medida para el paciente en la que se aplicará el agente blanqueador, con el fin de evitar cualquier posible contacto con los tejidos periodontales.
Actualmente el blanqueamiento ambulatorio es el más utilizado a nivel odontológico, por su alto resultado y sobretodo por su pronóstico a largo plazo. Es cierto que para tratamientos muy complejos el tratamiento de elección es la combinación de ambos tratamientos, pero siempre bajo el diagnóstico correcto del profesional.
Tras conocer el tipo de tratamiento que hay que realizar, es importante dejar claro los posibles efectos secundarios. El más importante es la posibilidad de sensibilidad gingival en el post tratamiento. Pero este puede ser claramente evitado siempre que se sigan las directrices del profesional.